Powered By Blogger

domingo, 14 de septiembre de 2008

CARTA A MT

Carta a MT

Durante este viaje he tenido muchos recuerdos de mi primera visita a Europa, en el 2001 a Ginebra la tierra prometida en ese entonces, y el trampolín para conocer Francia, Annecy, mi primera ciudad en tierras ancestrales. Recordé mucho nuestro primer encuentro en esta ciudad.

Hoy al amanecer, los primeros rayos de luz penetraron por la persiana exterior de la ventana dibujando una serie de líneas paralelas en blanco y azul proyectadas en la pared de mi habitación. Al levantar la vista, entre cada una de las rendijas, pude ver un cuadro incipiente con pincelazos rosas y naranja apareciendo magistralmente sobre el lienzo color plomo plasmado en el cielo el cual caía como un telón de teatro antiguo sobre las aguas serenas del lago Leman custodiado por los montes vestidos de azul y al fondo desdibujado el Mont Blanc .

Después de seguir tus instrucciones y degustar a tu salud un suave, mullido, tierno y sorpresivo “Pain au chocolat” acompañado de una fuerte taza de café Illy ya con el azúcar necesaria en las venas, me dirigí a la estación del tren para abordar el tren expreso a la Gare de Cornavin. -¿Recuerdas MT?, todas las cátedras sobre “uso del tren” aquel día de octubre en la estación del tren del aeropuerto de Ginebra, cuando te vi por primera vez con un pan Bagette dentro de tu mochila.

- ¿crees que ser la mentora de viajes de una persona que anhela ver el mundo a través de otros ojos otras culturas y respirar otros aires es cosa fácil? – para ti lo fue- perdurarás en mi memora por siempre porque me diste muchas pautas para viajar, porque escribiste en mi pentagrama muchas notas que ahora toco en mi repertorio

Llegue a Cornavin por el andén 1 baje la plataforma rodeada de personas caminando con la vista al frente. Personas bajaban con rumbo definido o indefinido pero con la mirada absorta en sus pensamientos; seres humanos de todos los colores y todos los atuendos e ilusiones. Al salir de la rampa desde el Andén Crucé a la derecha, dejando a mi izquierda la ruta a Francia, la que tomamos para nuestro viaje a Paris, y luego al dirigirme a la salida pase frente al kiosco de bebidas y paninis para dirigirme a las escaleras y pasar deleitándome con el espectáculo de colores de la floristería. Sali por fin de la ciudad de los trenes, del olor a metal friccionando los rieles, de humo, de olores a veces hediondos a veces perfumados, a respirar aire ginebrino.

Parada frente a la estación a mí izquierda al frente, vi en la esquina el hotel Warwik, un aire fresco con ráfagas discretas anunciaba ya que el Otoño entraba empujando al verano para darse paso y pintar las hojas de los arboles de colores cálidos y tostados.

La Rue de Lausanne , la que tantas veces recorrimos juntas, se veía esta mañana muy bonita, con sus aceras grises y los tranvías corriendo de un lado al otro, las personas caminando y parándose de vez en cuando a ver alguno que otro objeto exhibido en las vitrinas algunas de ellas bastante descuidadas, descoloridas y tristes. Esta calle es muy divertida por la variedad de negocios que se encuentra y a medida que la transitas se da uno cuenta de lo multicultural que puede llegar a ser esta ciudad. Recuerdas los locales de Kebabs, salones de belleza para Afro Latinos, para Suizos, con o sin cita, solo hombres, solo damas, hombres y mujeres; las relojerías de propietarios Brasileños, el Mac Donald's allí sin hacer mucho espaviento, ventas de lentes para el sol, y el edificio de la Negra en la esquina. Recordé cuando caminaba rumbo a la Embajada, la luminosidad de tu apartamento, del color que tomo con los tulipanes que pude ver por primera vez, la cornisa que enmarcaba tu sala, la chimenea con el espejo encima la puerta que daba al balcón, tu planta, tus geranios y las botellas de vino puestecitas en la terraza. Esa sala que se convirtió en mi alcoba muchas veces gracias a tu hospitalidad.

Ginebra estaba tan hermosa que me acorde de vos. Después bajando por la Rue de Mont Blanc. Recordaba tus palabras y todo tu tiempo. También esta calle merece su espacio en mi memoria. Me ubique en la esquina de un Starbucks café para saborear un humeante capuchino tall, non fat milk el cual me costó mas de 5 minutos ordenar, rodeada de gente que hablaba ingles, podría dilucidar que eran Norteamericanos, una esquina muy particular dado que alberga a muchos artistas callejeros. Un bandoneón tocando “Strangers in the night” acariciaba mis recuerdos y mi lectura de “El Juego del Ángel”, sus mas de 500 páginas escritas magistralmente por Carlos Ruiz Zafón, y el que me devoraba cada vez que tenía un tiempo de reposo. Esta calle te recuerda al tiempo, miles de relojes adornan las vitrinas, el rojo impera en los escaparates dado que todo son incrustaciones de la bandera Helvética, la cruz blanca. Las navajas y los chocolates, las vaquitas, los perritos San Bernardo, Relojes Cu Cu, luego el legendario Café de París bajando a la izquierda por supuesto Mac Donald's, la Poste a la izquierda y a la derecha más relojerías y cafés, seguir bajando con la misma rutina y de pronto justo al otro lado de la calle el Lago con su “Jet d' Au”, -¿Recuerdas amiga?

-Nuestra sangre rotaria nos va a ubicar

-dijiste

Esa sangre de voluntarias es la que sigue uniendo nuestra amistad.

Gracias por haberme dado tu tiempo, gracias a el adquirí muchas experiencias que ahora cosecho y que te las quiero compartir para que no se queden guardadas, no quiero quedarme con estos recuerdos porque nos pertenecen a ambas

Ginebra 07 de septiembre de 2008

lunes, 1 de septiembre de 2008

Bon jour!! en Ginebra


Estoy en un país, y mi primera vez en esta epoca del año, en donde la gente canta para desearte un buenos dias. La entonación del Buenos Dias es casi un "angelicus" matinal. Me encanta ir por la calle y ver a las mujeres paseando a sus perritos y diciendo buenos dias, creando ese espacio vital en mi que me recuerda lo feliz del ahora.
En esta ciudad "rebalsan" las macetas de flores de colores, Verbenas, Geranios, Crisantemos, los campos tienden una alfombra de girasolaes perfectamente alineados y en cada campo de flores hay un sistema de ¨Self serice" donde cortas tus flores y pagas en la caja. La caja es una cajita de cartón alli puestecita y sin cajero. Una sociedad en la que compras el billete del tren o del autobús en una maquina que te "tiene confianza", casi nunca te piden el boleto en el tren y viajas cada quien con su vida, cada asiento es un micro mundo de gentes viendo pasar el paisaje por la ventana y con las miradas perdidas a través de los cristales.
El petroleo es casi incomprable, los alquileres impresionantemente altos y una propiedad vale lo que vale una cuadra del Fondo social. Un menú del dia cuesta lo que un obrero gana por semana pero pagas la gasolina después que te la sirves.
En este pais, realmente me dejó el tren, porque son sumamente puntuales y literalmente paré el tráfico, dado que los autos paran cuando vas a pasar una calle. Las calles en los semáforos tienen un muñequito en rojo y verde que te dice -pasa o no pasa- y los que pasan en rojo son los turistas.
Los Ginebrinos tienen un Lago muy hermoso El Leman, y en esta epoca del año tienen unas microplayas a la orilla del lago las cuales aprovecham para asolear sus nacaradas pieles.
Es una ciudad cosmopolita por exelencia, multi cultural y muchos de sus habitantes son funcionarios de organizaciones internacioales. Yo me pierdo entre los turistas y los Ginebrinos, sin saber que soy, comiendome por las calles un "Pain au chocolat" y viendo en los escaparates los muchos relojes que me siguen recordando ese espacio vital entre el viajo y luego existo.