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lunes, 6 de julio de 2009

Gestada ante los acordes de un concierto


Hace más de 60 anos en medio del final de la guerra civil española y comienzos de la Segunda Guerra mundial, se gestaba una vital melodía, una obra maestra. Hace 43 años mis padres en vez de la guerra, hacían el amor, bajo la caricia de esta melodía en una habitación perdida de la ciudad de Guatemala .
Mis cromosomas se gestaban y daban paso a lo que ahora llamo mi vida. Por muchos tiempo escuché esta melodía resonar por los corredores de la casa de San Miguelito, en el primer piso de la casa de La Floresta,en las tardes de Sabdo de la Casa de Rafael Mendoza, mientras se mecían los pepetos por el viento Norte en aquellas noches eternas al compás de las teclas de la Remington de mi padre, mientras componía sus mas impensables novelas.
Escuche muchas veces complacer con sus acordes la avidez de música que mi padre inculco en todos los poros de mi piel al gestarme ante tan magnífica obra del compositor español Rodrigo. Este día del mes de febrero pronunciaron las pitonisas sus más acertados oráculos, donde una serie de eventos me acercan más a las notas infinitas del Concierto de Aranjuez
Durante años estos acordes me han acompañado, sin pensar que formaría parte de mi ser, de convertirse en la última música que desearía escuchar antes de partir del show de este mundo que a sus acordes se vuelve una verdadera novela de Cortázar , pero es la novela de Hildebrando, y yo su primera actriz.
Hace un par de años , supe que fue por primera vez interpretada por la Orquesta filarmónica de Barcelona, en Palau de la Música Catalana, una de las construcciones que hacen de Barcelona esa ciudad tan codiciada refugio de mi alma, recinto que tuve la oportunidad de disfrutar un 31 de diciembre bajo la magia de los valses de Strauss, y sin saber que un día de Reyes, 6 días después, estaría en el Liceu de Barcelona, escuchando este magnífico Concierto precisamente el día que mi padre celebraba su aniversario natal, llore de felicidad, recordando al poeta, descifrando mis propios códices eternos, descifrando los oráculos que los Dioses me han sugerido, respuestas que a través de las pitonisas ungieron para mi ,descubriendo mi gestación, cada célula, cada pieza perfecta de mi ADN descrito en cada acorde de la guitarra que interpretaba este sacro concierto.

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